El perfume no es solo una fragancia; es una experiencia sensorial que puede transportarnos a momentos, personas y lugares con una sola inhalación. Detrás de esta magia se esconde una compleja sinfonía de moléculas aromáticas que interactúan con nuestro cerebro de formas profundamente emocionales. ¿Cómo logra la química despertar recuerdos y sensaciones tan vívidas? Vamos a descubrirlo.
¿Qué hay dentro de un perfume?
Un perfume está compuesto por una mezcla de compuestos aromáticos, disueltos en una base de alcohol o aceite. Estos compuestos pueden ser:
- Naturales: extraídos de flores, frutas, maderas, especias o resinas (como el jazmín, la rosa o el sándalo).
- Sintéticos: creados en laboratorio para imitar o intensificar aromas naturales, o para generar nuevas fragancias imposibles de obtener de la naturaleza.
Cada perfume tiene tres niveles de notas:
- Notas de salida: las más volátiles, como cítricos o menta, que se perciben al instante.
- Notas de corazón: florales o especiadas, que definen el carácter del perfume.
- Notas de fondo: más pesadas y persistentes, como el ámbar o el almizcle, que permanecen por horas.
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