El veneno de serpiente posee una cantidad de toxinas como las hemotoxinas, que originan la desintegración de los glóbulos rojos, en un proceso llamado hemólisis; además de generar hipercoagulación de la sangre e inclusive la degeneración de órganos y tejidos.
Lo que ocurre es que al coagularse la sangre, esta no puede ser bombeada por los vasos sanguíneos, por lo que no es posible transportar el oxígeno a los músculos, ocasionando trombosis, infartos y hasta la muerte si no es tratado a tiempo con un antídoto adecuado.
El antídoto se prepara extrayendo el veneno de una serpiente y luego se aplica una inyección, de una pequeña cantidad de veneno blanco, en un animal ya sea un caballo, conejo, oveja o cabra. El animal, por supuesto será inmune al veneno, de manera que originará anticuerpos contra el veneno de la molécula activa.