El ícono elegante y funcional que transformó la química experimental
Si hay un objeto que todos reconocen en un laboratorio —incluso quienes nunca han pisado uno— es el matraz Erlenmeyer. Su silueta cónica, simple y elegante, lo convierte en un símbolo universal de la ciencia.
Pero más allá de su estética, este matraz es una obra maestra del diseño funcional: fue creado para resolver problemas reales en el laboratorio y facilitar el trabajo experimental.
¿Por qué es tan práctico?
El Erlenmeyer no es famoso por casualidad. Su forma responde a necesidades muy específicas de la química experimental:
- Su forma cónica evita derrames
Las paredes inclinadas permiten mezclar líquidos sin que salpiquen o se derramen, incluso cuando se agita con fuerza.
- Permite agitar sin salpicar
A diferencia de un vaso de precipitados, el cuello estrecho mantiene el contenido bajo control.
Esto lo hace ideal para:
- Disolver sólidos
- Mezclar reactivos
- Preparar soluciones
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