A simple vista parece magia: colocas un cubito de hielo en agua… y ¡flota! Pero detrás de esta escena cotidiana hay principios químicos fascinantes que hacen del hielo una rareza entre los sólidos.
El agua es una molécula pequeña pero peculiar. Gracias a sus enlaces de hidrógeno, sus moléculas se mantienen unidas de forma flexible. Cuando el agua se congela, estos enlaces se organizan en una estructura cristalina que ocupa más espacio, haciendo que el hielo sea menos denso que el agua líquida.
Densidad es masa dividida entre volumen. En estado sólido, el agua gana volumen pero no masa. Por eso, el hielo tiene menor densidad y sube a la superficie.
La próxima vez que uses hielo, recuerda: estás viendo una excepción química que ayuda a mantener el equilibrio del planeta.
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